El viernes pasado, minutos después de que el INDEC anunciara una inflación de 7,7 por ciento para el mes de marzo, el ministro de Economía, Sergio Massa, conversó con el ministro de Comercio, Matías Tombolini. De los Estados Unidos, donde se reunió con Hacienda y el Fondo Monetario, el titular de Hacienda le pidió que explicara públicamente por qué hubo un aumento mayor al esperado en el rubro de alimentos y bebidas. Y dejar en claro que los fijadores de precios rompieron acuerdos que, además de ser voluntarios, eran un compromiso político del gobierno para tratar de estabilizar la inflación.

Luego, durante el fin de semana, surgieron rumores de diversa índole sobre la supuesta decisión de Massa de destituir a Tombolini del cargo, lo que previamente había sido desmentido. Página I12 de ambos sectores. Lo que Tombolini publicó el viernes, un mensaje grabado, corresponde al pedido del ministro en un complejo escenario de precios que, lamentablemente para el bolsillo, enfrentará un importante número de tensiones en lo que resta del año.

Esta lucha histórica está conectada con los formadores de precios, con la decisión oficial de mantener el aumento de los precios regulados (gas, tarjetas prepago, tarifas), con presiones FMI a los recortes de subsidios, los anuncios de los directores ejecutivos de que las empresas conjuntas sindicales influyentes afectarán los costos y, sobre todo, el doble filo de la sequía y el dólar agrícola también sobrecalentaron el IPC de abril, que según ha podido saber este diario continúa con un aumento preocupante en la canasta básica.

Quien menos exporta, menos crece

En las próximas horas, Tombolini elaborará, vía resolución, cuáles son los trámites para empresas y sectores que quieran ingresar el dólar agrícola desde economías regionales. El punto es que en la necesidad de tener divisas aquí, el gobierno también enfatiza los precios de la economía, porque los productos agrícolas son más caros. Para ello, ha podido saber este diario, habrá una suposición confirmada y otra que se está discutiendo.

Se confirma que las empresas que exporten más tendrán mejores oportunidades de incrementar la producción de los productos que comercializan en el mercado interno; mientras que a los que tienen casi todo su producto colocado en el mercado local se les permitirá un aumento menor. Esto se hará estableciendo empresas a partir de las que exporten el 30 por ciento de lo producido. Hoy en día, el margen de beneficio permitido para las empresas con precios justos es del 3,2 por ciento, y eso cambiará para las empresas que ingresen, incluso con un solo producto. En estos procesos, AFIP y negocios.

Otra idea que se debate y no se confirma es el camino los aumentos de precios permitidos por el gobierno están en línea con la facturación de cada empresa. Esto significa que si la facturación aumenta en un 5 por ciento, el aumento no puede ser mayor. En definitiva, un techo forzoso a la rentabilidad privada que podría generar distintas denuncias por distintas situaciones: los ingresos no se generan sólo por lo que se vende en las ferias, entre otros factores.

En resumen, el gobierno les quiere dar un dolar por 300 pesos a los que de una u otra forma garantizan no repercutir los gastos a las góndolas. Una pelea que parece estar perdiendo. Tampoco tiene espacio para fusilar a los rebeldes: en la semana y un día que tuvo que viajar el dólar agropecuario, pusieron poco más de $960 millones, cuando se esperaba que en las primeras tres semanas se acercara a los $5.000 millones. Como informó este diario, existe un fuerte cabildeo desde la Mesa de Enlace para no vender, por lo que Massa se ve obligada a equilibrar las concesiones de precios de góndola con las economías regionales y las agroexportadoras.

Amenaza de paridad

El pasado viernes, casi a la misma hora del dato de inflación, la Unión de empleados de negocios concluyó un incremento de casi 20 puntos en tres tramos para el periodo abril-junio. A esto se le sumó un bono de 25 mil pesos. La paridad comercial, con 1,2 millones de trabajadores, no solo es el mayor volumen de discusión privada, sino que históricamente ha sido un producto básico que la comunidad empresarial ha llevado a los estantes. Más precisamente, el acuerdo es por primera vez más corto de lo habitual, ya que los líderes sindicales han determinado que el escenario de precios no es lo suficientemente estable como para cerrar la paridad semestral.

«Tocará los precios más tarde», dijo a este periódico el director general del minorista. La semana pasada en la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), hubo una reunión en la que también se destacó el impacto de paridades sectoriales como petroleras, bebidas, camioneros, etc. Algunos en el gobierno especulan que habrá una pelea con las empresas para mantener la trayectoria de los precios de los alimentos. Algunos ya amenazaron con salirse del programa, el resto sigue la dinámica que desencadenó parcialmente el ítem en el último IPC: el aumento de comercios de barrio todo lo que el Estado no les permite reempaquetar en hipermercados. Para tratar de detener nuevamente la hemorragia, esta semana habrá una reunión de líderes de la empresa.

Sus propios errores y los errores del FMI

Hay conocedores del gobierno que insisten en que si los alimentos están tan condicionados por la sequía, los precios a moderar son los regulados, que subieron 8,3 en marzo frente a un IPC ya muy alto de 7,7 por ciento.

Si bien es cierto que el acuerdo con el FMI obliga a revaluar los subsidios, es decir, aumentar las tarifas, el gobierno no ha cejado en aumentar la medicina prepaga, el combustible y las escuelas privadas. Esta, junto con las empresas de útiles escolares, también traicionó los lineamientos de aumentos acordados con el gobierno, y el rubro general reportó incrementos superiores al 20 por ciento, siendo el sector educación el más golpeado en el IPC.

En conversaciones que Masssa sostuvo en Washington con la adjunta de Kistalina Georgieva en el FMI, Ghita Gopinath, discutieron el tema de la inflación y buscan la forma de hacer entender a la organización que no puede seguir empujando la máquina de alzas en un año electoral.