Producción: Mara Pedrazzoli
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Sintonia FINA
Por Nicolás Zeolla y Pedro Gaite
En las últimas semanas, el panorama económico local e internacional se ha vuelto más hostil. A nivel nacional, la sequía histórica que enfrenta Argentina está agregando estrés a una economía que ya está en dificultades. Los últimos informes del sector agrícola apuntan a que la actual campaña tendrá los peores rendimientos en 25 años, superando el récord establecido en 2008/09.
Esto sin duda estará relacionado con las exportaciones, la capacidad del BCRA para acumular reservas y ampliar actividades. Además, tendrá un impacto negativo en la selección y gestión de la política antiinflacionaria.
La disminución de las exportaciones con relación a los valores de 2022 podría rondar el 50 por ciento para los productos primarios y el 35 por ciento para los productores de origen agropecuario, con un impacto negativo en las exportaciones totales del 18 por ciento. En términos absolutos, esto significa una pérdida de al menos 18.000 millones de dólares.
Anticipándose a esta situación, el gobierno inició negociaciones con el FMI para flexibilizar las metas de reserva y anticipar una situación que podría causar problemas en la evaluación de junio (para las metas de marzo). El retraso en el anuncio oficial podría indicar que las negociaciones continúan.
Según reportes, la liberación de la meta de reserva rondaría los $3 mil millones para marzo y $2 mil millones en el acumulado del año. De ser así, el cumplimiento de las nuevas metas dependería de una serie de factores, especialmente en la segunda mitad del año.
Por otro lado, la sequía tiene un impacto fiscal. La disminución en la recaudación de las retenciones en origen rondará el 0,3 por ciento del PBI, ya ello se suma el impacto negativo de la disminución de la actividad económica. Sin embargo, el FMI no revisará los objetivos fiscales y monetarios. Esta situación reduce el margen para implementar una política fiscal contracíclica en un año electoral.
Las recientes medidas financieras que centralizan la operación de títulos de deuda del sector público nacional buscan tener una fuente de financiamiento adicional mientras se administran los dólares financieros y el desfase.
Sin embargo, no aborda los problemas reales de la economía argentina relacionados con la sequía, la falta de divisas y el límite que impone al crecimiento económico y la mejora de los ingresos.
Se espera que la sequía por sí sola tenga un impacto negativo directo en el PIB de 2 puntos porcentuales. A esto se suma la limitación del crecimiento por la falta de dólares. Es probable que los controles de importación desaceleren la actividad económica y pueden tener un impacto inflacionario si los importadores usan sus propios dólares o los obtienen en mercados paralelos de divisas (MEP, CCL).
Para colmo, la incertidumbre financiera ha resurgido a nivel internacional. En menos de 11 días, 4 bancos en Estados Unidos y 1 en Europa quebraron, el mayor colapso financiero desde la crisis de 2008, lo que obligó a la Fed a tomar medidas extraordinarias para contener la situación y evitar que se propague el pánico. el resto del sistema. Aunque el resultado de la medida parece esperado, la situación amerita un estrecho seguimiento. Las recientes subidas de tipos sugieren que la Fed, aunque relaja, no ha abandonado su objetivo de desinflación en pos de la estabilidad financiera.
En definitiva, el panorama para 2023 es muy complejo. Este año estará marcado por lo que se presenta como la peor sequía en un siglo. Será necesario hacer ajustes para administrar los pocos dólares en la economía y amortiguar la caída de las exportaciones y la actividad económica lo mejor que podamos. Esto requiere coordinación y apoyo político dentro de la coalición gobernante.
economistas Fundación de Investigación para el Desarrollo (FIDE).
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política monetaria contracíclica
Autor: Leandro Ziccarelli (**)
Hace unos días, el BCRA anunció un nuevo aumento en las tasas de referencia, lo que desató un debate sobre qué tipo de política debería utilizar la autoridad monetaria en el contexto actual.
Uno de los principios que deben guiar la política económica es su carácter anticíclico. Esto significa: cuando la economía muestra signos de debilidad, las políticas fiscales y monetarias expansivas pueden ayudar a revertir una caída en la actividad y así evitar males mayores. Por el contrario, cuando la economía muestra signos de crecimiento, la política fiscal y monetaria debe volverse neutral o contractiva, en parte para no ejercer una presión excesiva sobre la oferta de bienes, pero también para crear un colchón de recursos que permita políticas expansivas. se crea cuando el ciclo económico ha dado un giro y la actividad requiere un aumento de la demanda.
La base de esta teoría es que hay un mecanismo en funcionamiento que los economistas llaman la «curva de Phillips» en honor a su creador, William Phillips. En definitiva, y sin hacer mucho honor al trabajo original, podríamos resumir este fenómeno como la existencia de un trade-off (o relación inversa) en el corto plazo entre crecimiento económico e inflación.
A saber: si un país quiere tener un desempleo más bajo del que tendría sin una política monetaria o fiscal activa, tendrá que tolerar una inflación ligeramente más alta. Por el contrario, si la inflación es más alta de lo que quieren las autoridades, podrían reducirla si toleran un desempleo ligeramente más alto o menos actividad. En principio, se da por sentado que existen vasos comunicantes entre la economía nominal (precios) y la economía real (actividad o empleo). De acuerdo con esta lógica, el gobierno debería optar por reducir la inflación a costa de más recesión, o tolerar más inflación pero evitar una caída en la actividad. Sin embargo, el problema de Argentina es mucho más complejo. Veamos por qué.
Argentina se encuentra en un régimen denominado de alta inflación. Estos modos suelen tener algún sabor especial que hace que la macro se comporte de una manera especial. A veces parece una tontería decir que 100 por ciento de inflación no es lo mismo que 25. Y no lo es. Pero lo que queremos decir con esta afirmación es que la inflación al 100 por ciento tiende a comportarse de manera muy diferente a la inflación al 25 por ciento.
El principal fenómeno de las altas inflaciones es que son muy inerciales, lo que significa que la inflación actual tiene mucho en común con la inflación pasada. No es algo que sólo funcione por el canal de la expectativa, sino que también tiene un fuerte componente regulatorio: contratos que se ajustan, precios pactados según el IPC anterior, paridades cada vez más cortas, etc. En concreto, la inercia no es más que un producto de la indexación que acepta la economía en estos regímenes, pero ¿qué tiene que ver esto con la curva de Phillips? Así es, si la economía está indexada, la curva de Phillips no funciona y puedes entrar en fases de alta inflación con recesión, ¿te suena? Argentina actualmente está pasando por este escenario. Sí, hoy ya estamos en estanflación (alta inflación y al menos dos trimestres consecutivos de caída económica), solo se retrasa el dato de actividad del primer trimestre. Entonces la pregunta final es: ¿qué debe hacer la autoridad monetaria en este escenario? ¿Qué sería contracíclico hoy?