A principios de año, cuando empezó a notarse el fenomenal impacto de la sequía, y a finales de abril, cuando se desató la última corrida cambiaria por las pugnas entre Sergio Massa y Antonio Aracre, Expectativa la mayoría entre empresarios, economistas e incluso funcionarios para esta época del año eran mucho peores de lo que ahora se comprueba. Se esperaba una fuerte desaceleración de la actividad y un clima mucho más turbulento para el dólar. La oposición habló directamente sobre el plan bomba y advirtió que el mercado no renovará la deuda después de 2023. Aunque la situación actual no es ni tranquila ni cómoda, el gobierno entra a mediados de año en una posición más fuerte y con la economía todavía dando vueltas.
La pregunta es cuánto tiempo puede sostener el crecimiento o si una recesión es inevitable.. José de Mendiguren, ministro de Industria, pronosticó que el PIB terminará el año con una nota positiva, lo que le permitirá alcanzar una marca que no alcanzaba desde 2006, 2007 y 2008, tres años consecutivos de expansión. Por otro lado, el FMI y el Banco Mundial estiman una caída de 2 puntos para la economía, mientras que asesores y bancos respondiendo a la encuesta del banco central proyectan -3 (REM).
Las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional son clave en este escenario. Si la agencia libera fondos, permite que algunos de esos recursos se utilicen para mantener el dólar, evita que la brecha financiera del dólar se amplíe y flexibiliza el objetivo fiscal, entonces lo que De Mendiguren proyecta tendrá más posibilidades de suceder. . De lo contrario, las probabilidades parecen estar del lado de las previsiones de las organizaciones y del mercado. Sin dólares frescos o el requisito de ajustarse a una recesión, en medio de la tensión de un año electoral, mientras persisten los efectos de la sequía, el PIB seguramente cambiará de azul a rojo.
Otro problema es la inflación, la pérdida de poder adquisitivo de los sectores favorecidos, los pensionados que no reciben aguinaldo y la erosión de los salarios, lo que marca el estado de ánimo social y la percepción de la marcha de la economía. El 78,9 por ciento dijo que la situación actual era negativa, en comparación con el 15,9 por ciento que dijo que era positivo., según la última encuesta nacional de Analogies de finales de mayo. Para el oficialismo y sus aspiraciones electorales, reducir la espuma de precios sigue siendo una máxima prioridad.
El otoño que no fue
En todo caso, sería peor si, además de una alta inflación, la economía estuviera en caída libre. Mantener los niveles de actividad a través de una serie de políticas públicas -control de importaciones, préstamos subsidiados, manejo de divisas favoreciendo la producción, precios competitivos de energía, entre otros- permitió un crecimiento continuo en el empleo y un aumento en los costos laborales, lo que ayudó a evitar un colapso en el consumo. El empleo privado registrado aumentó por 32 meses consecutivos y el empleo industrial aumentó por 34 meses. No es una hazaña.
“La actividad productiva se vio afectada en abril niveles máximos en 65 meses, con una aceptable tasa de utilización de la capacidad instalada del 68,9 por ciento en abril. Acompaña en la misma línea construcción con aumento en tres de los últimos cuatro meses (+3,4 por ciento mensual en abril)”, destaca el último informe de la Consultora Sarandí, que dirige Sergio Chouza.
“Algunas industrias están desconectadas de las fluctuaciones del ciclo económico. El mejor ejemplo es hidrocarburos, que siguen batiendo récords de actividad y empleo. En el primer cuatrimestre la producción de gas superó los 15.400 millones de m3, lo que representa un aumento interanual del 1,2 por ciento.
más alto desde 2019. En el mismo período, la producción de petróleo se acercó a los 12 millones de m3 con un aumento interanual del 11,1 por ciento, o alcanzó su nivel más alto desde 2008«, agrega el informe.
“Otra industria que muestra una dinámica relativamente autónoma es Automotor. La producción de vehículos aumentó un promedio de 26,6 por ciento, lo que representa un aumento parcial en los primeros cinco meses. el más alto desde 2013. También indican un buen desempeño.
la siderurgia, metalmecánica asociada a la industria de la construcción, la industria del mueble y algunas economías regionales no afectados por la sequía», añade.
una bomba que no exploto
En el frente financiero, una fuente de gran incertidumbre era si el gobierno podría para restituir la deuda vencida en pesos o llevaría al default o al reperfilamiento, como ordenó Hernán Lacunza al término del gobierno de Mauricio Macri. Juntos, para variar, emitieron una carta pública en febrero condenando la existencia de un plan de bomba. Una de las razones fue que, según los informes, la administración actual se estaba quedando sin acceso al crédito en el mercado local.
La mera publicación de esta carta por parte de la fuerza política que llevó a cabo el reperfilado agravó la situación al introducir la idea de que JxC podría repetir la historia si volvía al poder.
A pesar de las piedras en el camino, El gobierno logró despejar las especulaciones sobre el complot bomba esta semana. Lo hizo consolidando fondos para el erario público en 2023 y aplazar la mayor parte del vencimiento de la deuda hasta 2024 y 2025. El canje titular de la semana pasada y la colocación de bonos de esta semana han permitido liberar uno de los elementos de presión que afectan al mercado cambiario. Asumió los costos al aceptar tasas y términos más favorables para bancos, fondos mutuos y compañías de seguros, pero ganó estabilidad antes del comienzo de una amarga batalla electoral.
¿Por qué aguantó?
«El nivel de actividad se explica por los componentes de la demanda agregada. Los salarios en el sector privado no pierden frente a la inflación. El índice ripte del Departamento de Trabajo, que mide los salarios de los trabajadores formales, estuvo 9,8 por ciento por encima del IPC en marzo y abril. Eso también se refleja en el nivel de consumo”, analiza Hernán Letcher, titular del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
“Desde la renuncia de Guzmán en julio del año pasado, la actividad ha caído apenas un 0,5 por ciento. Es decir, se ha mantenido a pesar de la sequía. No estoy de acuerdo en que es solo negación de peso.. Estamos teniendo un debate en CEPA con unos compañeros que dicen que hay una tendencia al consumo alto porque los pesos se queman en el bolsillo. Esto es en parte cierto, pero también es necesario ver que el empleo sigue creciendo, el 90 por ciento de las solicitudes de importación están aprobadas, las pequeñas y medianas empresas están operando, la rueda de la economía sigue girando. La dimensión principal sigue siendo si hay dólares o no, pero también es cierto que la gestión de divisas por parte del equipo económico fue eficaz para no cerrar el negocioagrega Letcher.
“Ocurre que a pesar de todos los obstáculos y restricciones de acceso a las reservas para traer insumos, la mayoría de las empresas encuentran una salida al laberinto. Ya sea que esté usando sus propios dólares, comprando en el mercado financiero, obteniendo financiamiento o esperando tiempos burocráticos, el sector privado tiene incentivos muy fuertes para no recortar la producción dada la fortaleza de la demandaagrega Chouza.
“Parece temerario considerar un desplome de la economía del -4 por ciento, como afirman algunos consultores. En contra de esta posibilidad no solo están las cifras de los primeros cinco meses del año, sino también la misma ‘inercia productiva’ que arrastra a la economía. » «, dice el economista.
La proyección de la consultora Sarandí es que el PIB caerá un 2 por ciento este año. en caso afirmativo, durante todo el gobierno de Alberto Fernández la economía experimentaría un crecimiento 2,5 por ciento del nivel que dejó Macri. Si la economía se contrajera 4 puntos este año, como esperan los consultores más pesimistas, el PIB seguiría siendo 0,4 puntos por encima de diciembre de 2019. Y si no descendiera en 2023, la mejora en cuatro años sería 4.6 por ciento.
economía dividida
Si bien esto ocurre con el nivel de actividad, la distribución de la carga en la sociedad es fuertemente regresiva. “Vemos una ‘Argentina que se va’ donde el sistema de alta inflación tiene un impacto asimétrico en diferentes bloques de la pirámide de distribución«, dice Chouza.
“Hay sectores no asalariados, de altos ingresos, con alta capacidad de cobertura ante la aceleración de precios, con bolsa de ahorro. Hay trabajadores formales que sufren una erosión relativamente limitada de su poder adquisitivo, que tiene poco efecto sobre su consumo». Y hay segmentos informales, desocupados y grupos vulnerables cuyos ingresos se ven severamente erosionados por el proceso de alta inflación, que no se ajustan a la misma velocidad”, señala. Para empeorar las cosas, «generalmente estos sectores están accediendo a canales de consumo donde no existen programas oficiales de control de precios», señala.
«En una era de descuento y sin poder político, no hay soluciones mágicaspp. La sequía fue el golpe final a la gestión cuyo activo era una recuperación productiva. Mantener el crecimiento es casi imposible. «Una derrota digna» que limite la caída del PIB a la región del -0,5 al -2 por ciento no parece un mal resultado…», concluye el analista.