El unión Europea llegaron a un acuerdo para poner fin a la venta de automóviles con motores de gasolina y diésel a partir de 2035. Esto cae dentro del objetivo de referencia de reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 55 % para los automóviles nuevos y en un 50 % para los camiones nuevos para 2030 desde los niveles de 2021. Para 2035, el objetivo es una reducción del 100 %.
La iniciativa, que pretende poner en práctica el mandato de la agenda ambiental a nivel corporativo, no está exenta de polémica, e incluso hay sectores que advierten que el cabildeo automovilístico impedirá la consecución de los objetivos planteados.
La cuestión es que la prohibición no alcanza al motor de combustión interna, sino a las emisiones netas por encima del nivel cero. Más específicamente, la combustión se permitirá después de 2035 si el combustible que alimenta los motores se considera neutro en carbono. Se trata de los denominados «e-combustibles», elaborados a partir de CO2 capturado de la atmósfera junto con hidrógeno. El proceso de producción de este combustible es muy intensivo en energía, por lo que sus emisiones totales no serían muy diferentes a las de los motores tradicionales de gasolina o diésel, advierten los expertos de la industria.
En cualquier caso, lo cierto es que el horizonte a medio plazo y bajo en emisiones para el sector lleva tiempo determinando los planes de las empresas. Sin ir más lejos, desde Mercedes Benz ha declarado que están trabajando para producir vehículos totalmente eléctricos para 2030. Sus principales competidores son más o menos los mismos.
2035
El acuerdo de 2035 se resolvió luego en una reunión en Bruselas. Alemania levantará el bloqueo que mantenía a esta iniciativa, que forma parte central de la estrategia de carbono neutralidad del viejo continente. También se oponen Italia, Polonia, Bulgaria y República Checa, aunque sin derecho de veto que ostenta el Gobierno de Berlín encabezado por Olaf Scholz.
Según anunció la delegación sueca que preside el Consejo de la UE, el texto es vinculante que los coches nuevos dejen de emitir CO2, que anula la tecnología tradicional del motor de combustión interna, ya sea de gasolina, con diésel, así como los híbridos que comparten gasolina o diésel. Actualmente, uno de cada ocho coches nuevos vendidos en la UE tiene «cero emisiones».
La medida está en discusión desde julio de 2021 y fue aprobada por el Parlamento Europeo el pasado mes de febrero. aunque en Primero, la idea del bloque era introducir la motorización 100% eléctrica para los autos nuevos vendidos después de 2035, Alemania tomó una posición firme y pidió más concesiones sobre posibles tecnologías que podrían usarse en un esfuerzo por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, considerando combustibles sintéticos y carbono recicladoque reducen significativamente las emisiones pero son criticados por las organizaciones ambientales.
Cámaras de Comercio y Sindicatos Alemanes advirtió de la pérdida de empleo si se pasó directamente a la producción totalmente eléctrica, en la medida en que la intensidad del uso de la mano de obra es menor para los automóviles con motor eléctrico que para los tradicionales. El acuerdo menos estricto fue destacado por el ministro de Transporte de Alemania, Volker Wissing, quien dijo que “Los vehículos con motores de combustión interna aún pueden registrarse después de 2035 si usan solo combustibles neutros en CO2″.
A nivel local, Juan Cantarella, presidente ejecutivo de AFAC, entidad que agrupa a los fabricantes de autopartes, opinó que «la decisión de prohibir la producción de ciertos vehículos en países desarrollados Dan una señal muy clara de hacia dónde se dirige la industria automotriz en el mundo. Esto crea una serie de desafíos muy profundos, muchos de los cuales fueron mencionados en la Ley de Movilidad Sostenible que el PEN presentó al Congreso el año pasado. Un conjunto de incentivos enfocados en el proceso de inversión estructural es necesario para que nuestro país mantenga al menos el lugar que ha logrado dentro de la cadena automotriz global”.
Desde la empresa Adefa, que agrupa a las terminales de automóviles ubicadas en el país, concluyeron que «la prohibición en Europa puede ser una oportunidad porque de Nuestra región sigue produciendo combustión para mercados que ya no sirven. Y no crea un impacto directo porque no es su propio mercado de exportación”.