La crítica situación del sector externo no se debe únicamente al ataque especulativo al mercado cambiario local, que se registró en los últimos días. Existen condiciones relacionadas con la liquidación de exportaciones que podrían afectar las ganancias esperadas en dólares y otras relacionadas con obligaciones de pago al exterior que podrían poner al gobierno en una posición difícil si no responde a la demanda de divisas de las empresas involucradas. En medio de este escenario, los especuladores financieros hacen su juego y las autoridades económicas se quedan con pocas herramientas para responder. Las expectativas de que la ola especulativa se detenga en los próximos días van en contra de la lógica férrea: estos sectores ganan mucho dinero empujando al alza los dólares financieros, y obtienen ganancias aunque el gobierno no desista de devaluar. al tipo de cambio oficial. Entonces, ¿por qué deberían detenerse?

El presidente de la Cámara de la Industria del Petróleo y Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), Gustavo Idígoras, sembró este sábado más temores de los que ya existían. Antes de la introducción del dólar de la soja, «se proyectaba llegar a 10 millones de toneladas de liquidación de exportaciones», dijo. Pero «las condiciones del mercado han cambiado: lamentablemente no se llegará a los 10 millones de toneladas y no se sabe cuál será el piso», advirtió.

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Idígoras explicó además: “Las brechas cambiarias siempre generan una contracción muy fuerte en el mercado de granos; las condiciones de cosecha continuaron deteriorándose y se retrasaron; y el mercado internacional no coopera con la Argentina para tener un precio atractivo”, explicó el representante de las empresas que tienen la llave de la puerta de entrada de dólares al país.

Para los consorcios productores de granos y plantas procesadoras que exportan harina, aceite y otros derivados de la soya, los 300 pesos del dólar diferencial del programa para aumentar las exportaciones no alcanzan, tras la corrida alcista del dólar financiero, se entienden las palabras del propietario de Ciara-CEC.

Además, denunció que al complejo agroexportador sojero “le faltan USD 700 millones de fertilizantes para la próxima campaña que no están autorizados”, lo que pondría en riesgo los resultados de la futura “supercosecha” de 2023/24, pronóstico que Idigoras disputó.

Pero esta queja sobre el freno impuesto por el banco central para comprar dólares al precio oficial de importación se suma a que varios sectores denuncian dificultades productivas por falta de insumos. Y se suman a esos otros que aumentaron las importaciones el año pasado con financiamiento externo y ahora tienen que pagar sus deudas, que tienen bloqueado el acceso a dólares, ya con vencimientos encima. Se estima que aproximadamente US$10.000 millones están comprometidos en estas deudas comerciales que vencen muy pronto.

En los últimos días se ha sumado a este panorama una preocupación que comienza a ser un tema de tratamiento frecuente en las oficinas de la Autoridad Monetaria. Se refiere a la emisión de deuda en el exterior, que han realizado varias empresas argentinas en los últimos años -no todas de primer nivel- y que debe comenzar a amortizarse. No todos tienen dólares propios para cubrir lo que el BCRA no puede aportar. Tampoco son muchos los que podrían refinanciar o conseguir nuevos préstamos, dado que las dificultades que enfrenta el país son bien conocidas en el exterior. Solo resta agregar que la confiscación de incluso una de estas empresas significaría un dolor de cabeza para el gobierno, por decirlo suavemente, casi equivalente al vencimiento de un bono público.

Tal es la sensibilidad ante las condiciones creadas por el cambio de divisas de la semana pasada que incluso un pequeño corredor de bolsa, Max Capital, tuvo que salir a la luz pública para disculparse y «lamentar profundamente» difundir el viernes un «rumor sin fundamento» sobre la supuesta devaluación del dólar oficial. la cual fue anunciada para este lunes. Otra de las tantas noticias falsas que circulan a diario en el cotilleo financiero, pero en mal momento para ponerlas por escrito.