Recaudación de retenciones a la exportación se redujo en un 73 por ciento en febrero en realidad debido a la sequía. Hubo un total de declaraciones juradas sobre ventas al exterior del sector rural en marzo 1,68 millones de toneladas a 28., un nivel insignificante en comparación con 7,61 millones de toneladas del mismo período en marzo de 2022. Los camiones que ingresan al puerto para exportar la cosecha cayeron en promedio a 2 mil por diacontra 4780 promedio diario marzo del año pasado. existe en este momento 125 barcos acusado contra 216 en el mismo período hace un año. El primer trimestre de la liquidación monetaria es el 64 por ciento inferior en una comparación año a año.

Datos recopilados por Javier Preciado Patiño, especialista y ex funcionario del Ministerio de Agricultura, reflejan que impacto devastador Que tiene el la peor sequía en cien años sobre una economía nacional que ya está pasando factura por los desequilibrios de precios provocados por la guerra entre Rusia y Ucrania -en la gran mayoría de países ha desencadenado la mayor inflación en cuatro décadas-, elevando los tipos de interés internacionales al nivel más alto en un siglo y con el anterior desgaste de la pandemia, más un legado de endeudamiento, incompetencia de pago y aguda crisis, que dejó el gobierno de Juntos por el Cambio.

el escenario es dramaticocon una inflación por encima del cien por cien, una pobreza cercana a los 40 puntos, un consumo masivo en descenso y una tasa de actividad que está a punto de pasar del verde que logró mostrar en 2021 y 2022 al rojo, con una perspectiva de caída del PIB de entre 2 y 3 por ciento para este año.

Al panorama de relativa escasez de divisas que asfixia a la economía, se suma que este es un año electoral en el que diversos actores de la economía están aumentando la dolarización de carteras como refugio o presión devaluatoria. Las señales enviadas por la oposición de que utilizarán la devaluación si ganan las elecciones refuerzan esta tendencia histórica..

no invalidar

El balance del gabinete económico es que todos estos males se agudizarán con un salto generalizado del tipo de cambio. La consigna que sigue el gobierno es evitar la devaluación porque interpreta que se desatará una presión inflacionaria más intensa que la que ya existe, se hundirá más el ingreso de las personas y no habrá aumento de la competitividad por el alza de los precios internos. Así sucedió con las sucesivas devaluaciones del gobierno de Mauricio Macri, que en vez de acomodar la situación como se anuncia, agudizó la crisis.

“La devaluación en este contexto, con un gobierno debilitado y con unos meses por delante, puede desatar un escenario disruptivo que definitivamente desatará expectativas y es muy difícil de controlar, incluso desde el punto de vista político”, analiza Sergio Chouza de Sarandí Consulting . .

“Argentina no tiene ningún problema de competitividad. El tipo de cambio real multilateral está en 96,5, que es un nivel más que aceptable. El problema es que faltan dólares por la sequía. Si se devalúa, la inflación se comerá la diferencia en dos o tres meses, la gente será más pobre y no se solucionará nada”, agrega Hernán Letcher, del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

Potencia de fuego

La estrategia oficial es fortalecer las reservas bancos centrales a través de varios canales y aumentar la capacidad de intervención sobre dólares financieros -calculados con liquidación y MEP- a fin de mantener la estabilidad del tipo de cambio hasta el final del mandato.

Como primer objetivo, Alberto Fernández y Massa negociaron en Washington la provisión de nuevos préstamos del Banco Mundial, BID y CAF por 3.000 millones de dólares. El segundo paso es relanzar el dólar sojero, esta vez con espacio para la producción regional, en lo que el ministro definió como «dólar agrícola». Son vías que el Ejecutivo exploró con éxito el año pasado, con el mismo propósito de evitar un cambio en el tipo de cambio amenazado.

«El dólar agrícola tiene dos ventajas, que son mayor liquidación de divisas y mayor recaudación de impuestoslo que se presenta como otro tema delicado en estos momentos», interpreta Letcher.

«Proponer dólares preferenciales para sectores generadores de divisas es sensato en el actual contexto de debilidad. El pie de dólares empuja más. Es lógico que el gobierno dé preferencia cambiaria para incentivar la venta y liquidación de los saldos existentes”, coincide Chouza.

Ambos analistas también creen que canje de bonos del sector público Es una medida adecuada para aumentar la fuerza de la intervención frente a los dólares financieros y evitar una corrida. «Parece un movimiento audaz e inteligente.. Lo que dice la oposición sobre el presunto daño al Fondo de Garantía de Sostenibilidad no tiene sentido porque los títulos recibidos por FGS están bien”, dice Chouza.Más en detrimento de FGS sería la devaluación. Los canjes de bonos intentan evitarlo y en ese sentido es positivo para el fondo de pensiones”, añade Letcher.

Renegociar o incumplir

Renegociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es clave para evitar el desastre económico. «Massa tenía una estrategia a principios de año que no era sencilla, pero era posible. La sequía dinamizó todo. Fue como una bomba de neutrones y en estas condiciones es imposible cumplir las metas del FMI», dice el titular. del FMI CEPA.

El Gobierno pretende recibir pagos adicionales del organismo para compensar la pérdida de reservas por la caída de las exportaciones por la sequía. Aspira a nada menos que 5000 millones de dólares. Sin esta ayuda, la menor disponibilidad de dólares golpeará duramente los niveles de actividad. Los propios funcionarios estiman que el PIB caerá entre un 2 y un 3 por ciento al año si no tienen acceso a nuevos fondos.

Otro punto a revisar son los objetivos fiscales. La menor actividad económica y la caída de las exportaciones están castigando la recaudación de impuestos, con lo que el compromiso de reducir el déficit al 1,9 del PIB no se puede alcanzar sin perjuicios mayores. Ajustar el gasto público en un escenario recesivo sería como apagar un fuego con gasolina, como también comprobó el gobierno de Macri cuando quiso aplicar un déficit cero. En ese caso, el Poder Ejecutivo y el FMI, encabezados por Christine Lagarde, coincidieron en que esa era la mejor receta.

“Si el FMI no se rindiera, sería equivalente a soltarle la mano al gobierno, como hizo en 2001 con De la Rúa. No creo que pase eso porque no es fácil para el Fondo. Argentina lo hará Antes de junio, cuando termine la revisión del primer trimestre del año, debería haber nuevas metas fiscales para el acuerdo”, sugiere Letcher. pero no se puede atar a compromisos, que ella aceptó con otra realidad, cuando no había sequía”, puntualiza.

Los gobiernos de De la Rúa y Macri aceptaron las exigencias ortodoxas del FMI hasta su caída. Es una lección que el actual gobierno no puede olvidar.