En el centro conflicto bélico y el contexto global pospandemiaEstamos en un escenario donde se ven amenazados tres principios fundamentales: la paz, los derechos humanos y el desarrollo económico.

Los hechos de los últimos años han puesto de manifiesto las desigualdades y perjudicado en mayor medida a los sectores más vulnerables. Por un lado, desplazamiento y exilio la guerra en Ucrania afectó principalmente a mujeres y niños. Por otro lado, problemas de suministro de alimentos y energía Tuvieron un mayor impacto en los países con menos recursos.

En este contexto, La inflación aumentó a nivel mundial para cerrar en torno al 9 por ciento en 2022, la tasa más alta en doce años. La erosión del poder adquisitivo de los salarios ha llevado a una crisis del costo de vida que ha golpeado más a la población socioeconómica más baja y ha profundizado las disparidades sociales y económicas.

En paralelo, la adopción de políticas monetarias restrictivas para controlar la inflación sumó otro factor al deterioro del crecimiento económico en los países más poderosos del mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la pandemia dejó en 2020 a 93 millones de personas en extrema pobreza, y se estima que esta cifra aumentará en 75 y 95 millones de personas en 2022, afectando a más de 650 millones de personas.

Como resultado del endurecimiento de las políticas monetarias en todo el mundo, se espera una fuerte desaceleración del crecimiento económico mundial. Después de crecer un 5,9 % en 2021 y un 2,9 % en 2022, se espera que el producto interno bruto (PIB) mantenga su tendencia de desaceleración en 2023, creciendo un 1,7 %, según las últimas proyecciones del Banco Mundial. Entre las regiones más afectadas se encuentran América Latina y el Caribe, con una proyección para 2023 de crecimiento de 1,3 por ciento, Esto pone de relieve las dificultades de la región para hacer frente al impacto del caos económico mundial.

En la zona

en Argentina la situación se vuelve más compleja en cuanto al problema de la inflación estructural, la escasez crónica de divisas y las distorsiones de precios relativos. Si bien las proyecciones del Banco Mundial prevén un crecimiento del PIB local de 2 por ciento para 2023, superior al resto de las estimaciones para los países de América Latina y el Caribe, estos problemas estructurales impactarán en otros frentes y dejarán más de un interrogante para el año electoral. .

Por ejemplo, las proyecciones internas de la Encuesta de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central de la República Argentina no son muy optimistas sobre la inflación: dicen que en promedio, acumularán un aumento de al menos 98 por ciento este año, lo que indica que persisten dinámicas de alta inflación.

Las previsiones para el dólar oficial son más favorables: se espera que suba un 85 por ciento este año con respecto a diciembre de 2022, lo que significaría valoración en valores reales. La clave para lograrlo, según los asesores, será el aumento de las tasas de interés, incluidas las tasas de interés internas.

Finalmente, en términos de almacenamiento, se reveló la semana pasada que El Fondo Monetario Internacional (FMI) considerará una revisión a la baja de la meta para el primer trimestre del añoteniendo en cuenta el impacto de la sequía local y la guerra.

En otras palabras, Argentina no está tan afectada por la situación como el resto del mundo: Otras economías latinoamericanas y países clave han enfrentado peores realidades en los últimos años. Sin embargo, los problemas estructurales a nivel local no brindan alivio y pueden crear un campo de atracción para un gobierno de derecha, lo que seguramente incrementará estos problemas.

* Integrante del grupo de economistas y feministas Paridad en la Macro.